Las brujas de Zugarramurdi y el cine vasco

Javier Martín INZAUGARAT
Pedro Antonio LOPEPÉ IRIART

I. Las brujas de Zugarramurdi

En Zugarramurdi (en la misma frontera con el Labour) están las famosas cuevas en donde se reunían las brujas en sus akelarres (cuevas de Akelarre, que es el nombre del prado inmediato a las cuevas). Pero éste no era el único lugar de reunión, pues había muchos: Fikozelaia (Sara, Lapurdi), el monte Artegaña (Altzai, Zuberoa), el monte Petiriberro (Aezkoa, Nafarroa), el monte Jaizkibel (Gipuzkoa), Erpelanda (Muxika, Bizkaia), Abadelaueta (Etxaguren, Araba), Eiheralarre (Nafarroa Beherea).

El caso de las brujas de Zugarramurdi adquirió notoriedad por el sumario que emprendió la Inquisición contra ellas en Logroño en el año 1610. Hoy sabemos que la Inquisición fue arrastrada a actuar por el celo de la justicia secular. Las autoridades civiles habían realizado ya muchos arrestos e incluso habían ejecutado a varias personas cuando la Inquisición se decidió a realizar una inspección en la zona. El inquisidor Alvarado, juez eclesiástico, pasó algunos meses en el pueblo, naturalmente con ayuda de intérprete, y encontró que había 300 personas “implicadas” en brujería. Llevó a los más sospechosos a Logroño. Tras el juicio, 18 quedaron en libertad al admitir llorando su “culpa” y pedir piedad arrepentidos. Quemaron a los siete que no admitieron la acusación y otros varios murieron como consecuencia de las torturas. En otros lados se dice que llevaron a Logroño a 40 persona acusadas de brujerías, de las que quemaron a 12. María de Zozaia era de las “brujas” más conocidas, y lo mismo Graciana Barrenetxe, Miguel Goiburu, Martin Bizkar, Joanes Etxalar, María Ttipia, María Etxaleku, Maria Iriart, Maria Iuretegia y un largo etc.

Cuando se inició el proceso de Logroño, en 1609, la palabra aquelarre sólo existía como topónimo o sea como nombre de determinados prados: Akerlarre (Prado del Macho Cabrío) o Alkelarre (Prado de las Flores de Alka – Latin dactilis hispanica). En el transcurso de los primeros meses del proceso surge una “mutación” en el sentido de la palabra y pasa a ser denominación general de “junta de brujas”.

El Aquelarre (1798), Francisco de Goya

El Aquelarre (1798), Francisco de Goya. Museo Lázaro Galdiano (Madrid).

Por primera vez aparece documentada la palabra aquelarre en una carta del Tribunal a la Suprema, con fecha de 22 de mayo de 1609, en la que los inquisidores escriben que están ocupados reuniendo informes sobre ‘juntas y aquelarres’, celebradas en otros lugares de Navarra, y de las que algunas brujas que, entre tanto han sido arrestadas, saben algo. La ‘nueva’ remesa de prisioneros a que se refieren, llevaba en la cárcel desde el 14 de febrero, de modo que el Tribunal había tenido tiempo de sobra para interrogarles. Parece, pues, haber sido en el transcurso de esos tres meses, cuando el término aquelarre, pasa de nombre de una localidad en la que se cree que las brujas se reúnen a denominación general de junta de brujas [...]1.

“Lo es, no hay duda de que la brujería infantil fue la base oculta de la gran manía brujeril entre las gentes de habla vascongada. Los niños constituyeron claramente el grupo más numeroso, aunque se haya conservado muy poca información respecto a ellos.

El documento más revelador lo constituyen las actas del proceso al coadjutor de Errazu, Miguel de Aguirre, ante el tribunal episcopal en 1611. Este juicio nos permite reconstruir el asunto desde sus inicios, a raíz de que el coadjutor comenzase a predicar contra la secta de brujos en su parroquia causando una pesadilla colectiva entre niños y adolescentes.

Ahora bien, examinándolos de cerca los niños-brujos resultan ser menos exóticos de lo que parece a primera vista: ciertamente, se parecen mucho a los niños de nuestros días, puesto que inventan extrañas historias al hallarse sometidos al estrés de un interrogatorio”2.

II. El famoso proceso de Logroño: Las brujas de Zugarramurdi

El Inquisidor don Juan Valle Alvarado realizó un minucioso trabajo recogiendo comentarios, denuncias y tomando en consideración el contenido de las mismas quedaron inculpadas más de trescientas personas. Cuarenta de ellas, como más sospechosas y culpables, fueron trasladadas a Logroño y juzgadas en el proceso de Logroño.

Julio Caro Baroja, en su libro “Las brujas y su mundo”, señala que si la brujería es conocida, es debido a la fama del proceso de las brujas de Zugarramurdi. Considera que la Inquisición fue obligada a actuar por el celo de la justicia secular, y por una ola de pánico de las que periódicamente dominaban al País Vasco. La misma se extendió sobre el extremo noroeste de Navarra y las autoridades civiles habían realizado ya muchos arrestos cuando la Suprema dio orden al Tribunal de Logroño para que realizara una inspección en aquella zona.

Moratín acusó duramente a los inquisidores que intervinieron en dicho proceso y comentando el auto de fe de Logroño y la concurrencia de religiosos de los distintos monasterios de la comarca exclama: “¡Asueto, mula y holgura de tres semanas; y engullir sin término y beber sin medida! Y en Logroño”.

Retrato de Leandro Fern?ndez de Morat?n por Francisco de Goya (1824)

Retrato de Leandro Fernández de Moratín por Francisco de Goya  (1824).

La figura de Leandro Fernández de Moratín siempre será exponente de un teatro y poesía encuadrada en un siglo de ideas nuevas que marcan una línea entre el espíritu empírico y racionalista y los románticos alemanes.

Goya plasmará el mundo fantástico y misterioso de la brujería en desgarradoras imágenes de fuertes y negros matices. Contemplando sus pinturas Aquelarre, Dos brujas volando, Cuatro brujas por los aires, Conventículo campestre y Bruja comiendo en familia nos tenemos que formular una pregunta sobre el significado de esos rostros angustiosos en escenario alucinante. El célebre pintor fue amigo de Moratín y coincidían en sus ideas.

Julio Caro Baroja en el trabajo arriba citado señala que la lectura de la relación del auto de fe de Logroño influyó de modo decisivo en Goya para concebir las pinturas negras, en las que el movimiento juega un papel primordial. Había reflejado una satírica protesta que expresaba en unos rostros horribles y cuyas arrugas no podían tener otro contenido que pergaminos que pasaban a la historia en un camino en que la pesadilla daba paso a la victoria de la razón.

Los hechos que motivaron el proceso de la secta demoníaca de las brujas de Zugarramurdi fue el siguiente de acuerdo a la relación publicada por Juan de Mongastón:

Las actuaciones darán comienzo como consecuencia de la denuncia de una joven, resultando inculpadas numerosas personas y entre ellas, como figuras principales: Miguel de Goyburu, “rey de los brujos”, su esposa Graciana de Barrenechea, “bruja y reina del aquelarre” y sus hijas.

Otros personajes importantes del proceso serán: Martín Vizcar, Juan de Echalar, brujo y ejecutor de las penas impuestas por el demonio, María de Echaleco, bruja, María de Yurreteguia tendrá una activa intervención en la inquietante historia, con las brujas María Chipia, vieja tullida y maestra de novicios y de María Zozoya, que morirá en la hoguera.

Julio Caro Baroja menciona que el inquisidor Alonso de Salazar y Frías uno de los tres jueces que intervinieron en el proceso de 1610 después de haber votado contra el criterio de los otros inquisidores Alonso Becerra Holguín y Licenciado Juan Valle Alvarado, fue comisionado por la Suprema y recorrió durante una temporada bastante larga los pueblos de la cuenca del río Ezcurra, los del valle de Baztan, las cinco villas y otros situados en el norte de Navarra, y a medida que fue observando los casos, su criterio fue perfilándose más, hasta que llegó a dar como falsas la mayoría de las actuaciones atribuidas a los brujos en aquel caso concreto.

El inquisidor Alonso de Salazar y Frías llegó al lugar en 1611 portando un edicto de gracia, surgido de las consultas que hicieron a Pedro de Valencia. Se estableció en Santesteban y, después de hablar con muchos encauzados concluyó su trabajo en 1613, concluyendo que la mayoría de las actuaciones atribuidas a los brujos eran falsas, producto únicamente de la imaginación.

El humanista Pedro de Valencia en 1610 aconsejó a la Inquisición que se tomara el asunto con calma y que no creyera todo lo que se decía; para él en los akelarres no había nada de maravilloso, solamente el deseo de cometer fornicaciones, adulterios o sodomías fue lo que hizo inventar aquellas juntas y misterios, en las cuales el mayor bellaco se fingía Satanás y se componía con los cuernos del macho cabrío. Pedro de Valencia afirma que esto mismo ocurría en las bacanales griegas en honor de Dionysos. El humanista piensa que algunos de los actos atribuidos a los brujos son productos de aberraciones mentales producidas por los ungüentos tóxicos (los cuales cree tan eficaces que no hace falta la intervención del Demonio) o enfermedades como el deseo de comer cosas repugnantes. No continuó, pero si hubiese desarrollado más su pensamiento hubiese llegado a la conclusión de que el culto de los brujos y brujas es un vestigio del Paganismo. El segundo “Discurso acerca de los cuentos de las brujas y cosas tocantes a magia” lo dirigió a D. Bernardo de Sandoval, arzobispo de Toledo e Inquisidor General, después de leer “con horror y asco” el auto de fe de Logroño de 1610. Critica los métodos de la Inquisición, que carecen a menudo de garantías jurídicas, y rechaza como nulas las declaraciones arrancadas bajo presión o tortura.

III. Desmitificación del papel represor de la Inquisición contra la brujería

Cueva del akelarre de Zugarramurdi

Cueva del akelarre de Zugarramurdi.

José Dueso sostiene que las brujas no existieron. Sólo se manifestaron en la imaginación de las personas, que creyeron en ellas a pies juntillas, mas no poseyeron ningún poder sobrenatural, según apunta en su Brujería en el País Vasco (Roger). Este libro es la cronología de la persecución que sufrieron, una guía de la brujería ordenada pueblo a pueblo, un ensayo histórico-folclórico más que una ficción. La brujería afloró en su máximo esplendor, según este estudio, entre 1279 y 1610 en la parte occitana francesa y también en el País Vasco y Navarra. En Brujería en el País Vasco, el autor defiende la tesis de que “el poder civil fue el verdadero perseguidor de la brujería”. Dueso refuerza esta opinión afirmando que, “en varias ocasiones, las brujas rogaban ser juzgadas por los tribunales de la Inquisición”. Afirma que este fenómeno “no es una leyenda, sino un hecho histórico, y fue socialmente más importante de lo que pensamos, porque creó oleadas de pánico y dividió a numerosas comunidades”.

Constata que parte del tribunal que condenó en el siglo XVII a aquellos inocentes “sabía que eran realmente inocentes”.

José Dueso no cree en brujas, pero sí en la existencia de inquisidores y abades interesados y capaces de manchar la reputación de gente poco conveniente para el poder, y eso le ha llevado a investigar todo lo relacionado con esa leyenda en la que desgraciadamente hubo mucho de realidad cruda y dura, aunque poco o nada de poderes imposibles, vuelos nocturnos, machos cabríos o escobas en el cielo.

Así lo deja claro el antropólogo de Pasai Donibane en su último libro, Historia y leyenda de las brujas de Zugarramurdi. De los akelarres navarros a las hogueras riojanas (Txertoa), Once de aquellas personas fueron condenadas a la hoguera en el Auto de Fe de Logroño de 1610, Dueso sostiene que no hubo brujas ni akelarres, al menos en los términos en que quedaron reflejados en las actas del proceso. Las brujas de Zugarramurdi y Urdax —porque, destaca el antropólogo y escritor, “siempre se habla de las primeras pero el conflicto afectó a los dos pueblos, y es más, se inició en Urdax”— eran en realidad “gente díscola para el poder del momento, que no estaba muy de acuerdo con lo que pasaba en Urdax, con el hecho de que allí se vivía en un régimen feudal mientras otros pueblos eran ciudadanos libres (en Zugarramurdi lo eran sólo en teoría)”. Y como los disidentes molestan, el abad de Urdax, como escarmiento, llamó a la Inquisición para acallar a los díscolos, diciendo que había brujos en el pueblo.

IV. En el cine vasco

Akelarre, de Pedro Olea

Akelarre, de Pedro Olea.

Akelarre

Director: Pedro Olea. Akelarre 1984.
Actores: Silvia Munt, José Luis López Vázquez, Mari Carrillo, Walter Vidarte, Patxi Bisquert, Iñaki Miramón, Javier Loyola, Félix Rotaeta, Mikel Garmendia, Mariví Bilbao, Patxi Ugalde, José Manuel Gorospe.
Citas en la película: Mateo 25:41 – Isaías 7:14/8:8 – Mateo 1:23
Notas: Película rodada en los mismos lugares donde ocurrieron los hechos que la inspiraron.

“Bueno, Akelarre nace cuando yo soy muy crío, cuando casi no sé que existe el cine, a lo largo de unos veranos con mis hermanos en un caserío. Recuerdo que un primo nuestro, paralítico, gordo y algo esperpéntico, nos juntaba a los críos alrededor del fuego y nos contaba historias de crímenes y brujas... (...) En este sentido, siempre me han interesado los orígenes de una leyenda y géneros como los de terror o cine fantástico y mi experiencia con El bosque del lobo quise aplicarla de nuevo a mis recuerdos de brujas vascas de infancia, averiguando cómo eran en verdad esas mujeres y cómo se origina la leyenda”.

“Era un grupo de gente pagana, con el paganismo tradicional vasco, que se ve marginada y relegada a raíz de la avanzadilla católica allá por el siglo VII, a celebrar sus ritos de fecundidad, de fertilidad, y los solsticios de verano o de invierno... a las cuevas. En fin, eran personas normales que querían divertirse, porque era una religión sana, lúdica, y no ésta de infierno y de condena. Es muy interesante porque de alguna forma toda su filosofía conecta en muchos aspectos con la gente de hoy en día. Hacían reuniones, practicaban el sexo libre, había curanderismo igual que ahora existe la medicina natural, tenían una cultura y unos conocimientos terribles sobre todo tipo de plantas y hierbas. Incluso se extasiaban con belladona frotándose los sobacos que producía efectos alucinógenos. Y eso era lo máximo que podían hacer. El resto es todo inventado. Lo que se sabe ahora por Caro Baroja, con el que yo hablé personalmente en Madrid y en Bera, por Florencio Idoate, Ortiz Osés y demás gente especializada en el tema, es que todo era mentira, toda literatura y cuento. En el caso concreto de la película yo propongo una interpretación, entre las muchas que puede haber”.

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“Por su parte, Pedro Olea regreso de Madrid en 1983, comenzando a estudiar euskera y entrando en contacto con el Gobierno Vasco y con el ambiente cinematográfico. Así, tras cinco años sin hacer ningún largometraje, volvió a crear su propia productora (Amboto Films) y rodó Akelarre (en 1983), otra película histórica grabada en Uztegi y centrada en la figura de la joven Garazi que protagoniza una historia sobre la brujería y su persecución por la inquisición en el siglo XVI en Navarra. Olea, con el asesoramiento histórico de Julio Caro Baroja y de Florencio Idoate, dos buenos conocedores de la brujería navarra partía de los registros de un auto de fe realizado en 1595 en el señorío de Andueza. Un guión algo monótono y demasiado evidente —al que según el propio realizador, le sobrarían 20 minutos—, una relativamente cuidada ambientación y un adecuado reparto daban lugar a una película digna, pero sin garra. Había también una clara intención metafórica, en que la inquisición sería un instrumento de la represión centralista a la que Euskadi había estado sometida durante su historia. [...] La pretensión de fondo, tratando de oponer lo masculino y lo femenino, identificados específicamente con el cristianismo (impuesto desde fuera, es decir desde Castilla) y el paganismo (representado por el matriarcado vasco tradicional), era demasiado esquemática y estereotipada, cayendo en un anticlericalismo fácilmente demagógico.”

Luna negra

10 cromos de Luna negra de Imanol Uribe.

Luna negra

Director: Imanol Uribe
Guión: Imanol Uribe
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Música: José Nieto
Intérpretes: Lydia Bosch (Eva), Fernando Guillen (Don Manuel), Emma Suárez (Lola), José Coronado (Adrián), Yolanda Ríos (Raquel), Patricia Figón (Luna), Oscar Ramos (José), Mario Adorf (Padre), Fernando Sancho (Mariano), Lola Cardona (Justa), Amparo Muñoz (Lilit), Tony Isbert (Iván), Antonio Canl (Doctor), Evelyn Engleder (Andrea), Isabel Serrano (Enfermera), Cayetana Guillen Cuervo(Enfermera), Fernando Guillen (Padre Juan), Raf Vallone (Alejandro VI).
Género: Brujería. Terror.
Sinopsis: En el plazo de 48 horas Eva concibe una hija, pierde a su marido y atropella a una enigmática mujer. Eva abandona a su marido Manuel al verle con otra mujer. Pasado casi nueve años todo cambia, la mujer atropellada, Lilit, despierta y Eva la hija, comienza a comportarse de un modo extraño, además la muerte de José ,el hijo de la guardesa, será la chispa que necesite Don Manuel para comprender todo. La maldición de Lilit, la eterna, estás por cumplirse por enésima vez.

Comentario: A finales de la década del 80 la TVE pública española produjo una serie de seis largometrajes de 90 minutos con el tema de la brujería como telón de fondo, llamando al proyecto Sabbath.

A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho de ver a dónde ha podido caer (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, o por vicio o adulterio. Te harás una idea de lo mucho que recibe: por eso está siempre preñada y no hace más que parir.

Primo Levi, Lilít y otros relatos, Barcelona. Edicions 62, 1989, p. 24.

La luna negra se refiere al período de tres días y medio justo antes de la Luna Nueva. La Luna no es visible en el cielo.

Cortesía Fundación Museo Oteiza

Las brujas de Zugarramurdi

Director: Alex de la Iglesia
Guión: Alex de la Iglesia-Jorge, Guerricaechevarria
Música: Joan Valent
Reparto: Carmen Maura, Mario Casas, Hugo Silva, Carolina Bang, Terele Pávez, Pepón Nieto, Secun de la Rosa, Macarena Gómez, Javier Botet, Carlos Areces, Santiago Segura, María Barranco, Manuel Tallafé.

Bibliografía:

CARO BAROJA, Julio. “Las brujas y su mundo”, Madrid: Alianza Editorial, 1997

DE PABLO, Santiago “Cien años de cine en el País Vasco 1896-1995)” Diputación Foral de Alava, 1996.

DUESO, Jose “Historia y leyenda de las brujas de Zugarramurdi. De los akelarres navarros a las hogueras riojanas”. Txertoa

EETESSAM PARRAGA, Golrok “Lilith en el arte decimonónico. Estudio del mito de la femme fatale”. Universidad Complutense de Madrid.

GIL DEL RIO, Alfredo “Las brujas de Zugarramurdi”, Biblioteca Gonzalo de Berceo.

HENNINGSEN, Gustav “El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición española”, Alianza Editorial 2010.

LEVI, Primo Lilit y otros relatos

LOS CINEASTAS. “Historia del Cine en Euskal Herria (1896-1998)” Colección Besaide de la “Fundación Sancho el Sabio”, 1998

ROLDAN LARRETA, Carlos “Pedro Olea en el cine de Euskadi: una aventura con final amargo”. Eusko Ikaskuntza.

 

En la cabecera: El Aquelarre (1823), Pinturas Negras, Francisco de Goya. Museo del Prado (Madrid).

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